lunes, 13 de noviembre de 2006

L'Arche

Cuando estaba de viaje por el mundo, muchas veces me era difícil saber qué estaba pasando; son tormentas vivenciales en las cuales uno no sabe dónde va a acabar.

Este fin de semana estuve en L'Arche de Cuise, en la localidad de Cuise la Motte, en la Forêt de Compiègne. Son unos bosques preciosos. Me dijo Aneïs que son muy conocidos, aunque peligrosos para una chica. Aún siguen vivos algunos recuerdos.

Es la tercera masa forestal del país. El Sábado di un paseo y, aunque sólo hubiera sido por eso, habría valido la pena el viaje. Pero eso no fue todo.



L'Arche son unas comunidades de jóvenes que cuidan de personas disminuidas: en cabeza y en cuerpo. Algunos no pueden andar, las figuras que dibujan con sus cuerpos y expresiones son grotescas y para la mayoría sólo comer es un trabajo. Aunque yo iba de visitante, quería ayudar en algo. Me dejaron ocuparme de la cocina: preparé una comida y limpié otras. Me costaba comer porque me daba repulsión las barbillas llenas de puré, los gritos y golpes en la mesa y las bocas abiertas.

Y, con todo, aún no he dicho nada. Hubo una fiesta de cumpleaños muy bonita. Al final de le repas Trice, algo así se llamaba una de las grandes responsables, canadiense, hacía hablar a los celebrados: ¿Qué quieres contar? ¿Qué ha pasado desde que llegaste aquí hasta ahora, hasta este momento, hasta la fiesta?

Luego cantábamos rezando al Señor con las manos unidas. Se hace mucho. En una comida, Michèle me agarró mi mano con su manita huesuda y deformada. Era muy suave.

Y, con todo, aún no he dicho nada. Yo he perdido la calma.

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