martes, 6 de noviembre de 2012

Belen Langdon

He prestado muy poca atención a la noticia del accidente en la discoteca de Madrid. Me era algo ajeno. Pero hoy he visto que entre las fallecidas hay una chica de una familia católica que ha tomado la desgracia con una entereza y confianza en Dios admirables. Y las compañeras de Belén del colegio han escrito esta carta, que copio, aprovechando la ocasión para encomendarme a esta joven santa de discotecas:


Tenemos un ángel en el cielo

«Gracias, lo primero daros gracias a todos por todas las oraciones, los rezos, los sacrificios y los ofrecimientos que en estos tres días habéis ofrecido por Belén. Antes que nada pediros que no paréis de hacerlo. Tenemos un ángel en el cielo, una amiga, que solo va a interceder por nosotras, la tenemos plenamente presente. Es una suerte de la que no mucha gente puede disfrutar, y nosotros que tenemos esta oportunidad, no podemos dejarla pasar.

»Belén era una persona que verdaderamente no se puede describir en una carta, no cabe todo lo que se puede decir de ella. Es una niña que no solo ha sido un ejemplo en estos 3 últimos días de su vida, sino durante los 17 años que hemos podido disfrutar de ella.

»Desde pequeña ha constituido la unidad de grupo, apoyando a cada una de nosotras. Jamás dijo nada malo de nadie, es más, siempre sacaba lo mejor de lo peor.

»No era una más del grupo, era el pilar sobre el que se levantaba nuestra amistad. Y no solo ayudaba a disuadir peleas, sino que día a día nos acercaba a cada una de nosotras a Dios.

»Siendo sinceras, cada jueves, día de nuestra misa de curso, al ver a Belén saliendo de clase, huíamos despavoridas al cuarto de baño para no ser arrastradas al oratorio. Era una persona bastante difícil de disuadir. Aunque lo verdaderamente característico en ella era su risa y sus tacos, aunque suene mal decirlo. Su risa cada mañana, por muy mala que hubiera sido la noche, alegraba el día a cualquiera. Una niña transparente, no había manera de no saber lo que pensaba, su cara lo decía todo...

»No sabemos cómo lo hacia pero con cada anécdota que nos contaba conseguía inventarse una nueva expresión... hasta ella misma se reía de su propios defectos. Todavía la recordamos hace unas semanas, contándonos en corrillo su experiencia de que la confundieron con un hobbit por su baja estatura, siempre con el propósito de hacernos reír a los demás. Pero esta forma de afrontar la vida se la tenemos que agradecer especialmente a nuestra segunda familia, el colegio.

»Siempre hemos puesto pegas, pero en el momento en el que lo hemos necesitado, han estado ahí, cada profesora, cada alumna, todas. Dándonos un abrazo, acompañándonos en los Rosarios, en los lloros... Nos han arropado en todo momento, como la gran familia que constituye Aldeafuente.

»En cuanto a la familia de Belén, mostrarles todo nuestro apoyo y darles las gracias por la fuerza y serenidad que nos han transmitido. No solo no se han venido abajo, sino que han sabido entregarse a la voluntad de Dios y siempre con esa sonrisa tan característica de los Langdon. Gracias por habernos dado la oportunidad de despedirnos de ella, aunque no es un adiós, sino un hasta luego, ya que está y estará presente en nosotras cada día.

»Intentando buscar un porqué, un sentido, nos hemos dado cuenta de que Belén ha sido un regalo de Dios. En ese día 3 de noviembre, en momentos decisivos, Dios decidió que ese regalo tan pequeño que nos dejó, que a la vez es tan grande, había cumplido su misión, había sabido llevar una vida plena bajo cualquier circunstancia. Esto lo demostró hasta el final, esperando hasta el sábado, día en que la Virgen se la llevo de la mano directa al cielo, ya que no tenemos duda alguna de que esta allí en estos momentos.

»Esto ha marcado un antes y un después en nuestras vidas, ha supuesto el cambio que necesitábamos. Queremos que te sientas orgullosa de nosotras, vamos a hacer algo con nuestras vidas que cambie el mundo.

»El día 3 de noviembre un ángel subió al cielo, ese ángel era nuestra amiga Belén. Ese día Belén volvió a nacer, y fue el comienzo de su nueva vida. Te vamos a echar de menos, te quieren, tus amigas».


lunes, 5 de noviembre de 2012

El gran fallo de ubuntu



Esta entrada se la dedico a mi hermano Jose-magister-linuxi

El gran fallo de ubuntu

Hace poco descubrí cuál es el gran fallo de ubuntu. Llevo metido en esto unos siete años, y nunca he logrado llegar a ser algo más que un aficionado. Primero estuve con Debian, uno bastante intuitivo. Luego fui pasando de un ubuntu a otro hasta llegar al Hardy, en el que me he estancado porque ir a más requeriría un ordenata más potente.
El problem de ubuntu es que funciona... demasiado bien. De repente llega un día en el que todo está instalado correctamente: sonido, imágenes, configuración de la pantalla, compiz y beril, sudo apt-get y toda esa vaina, todo va perfectamente. Conoces los límites del cacharro -una wacom que no hace todo lo que querrías, una cámara que nunca llega a funcionar... Pero tampoco le exiges más. Incluso has hecha una partición para que un miniwindows albergue los adobe y corel paint de turno.
Al cacharro le sacas todo el partido que puedes. Tienes combinaciones de teclas para todo lo que deseas; incluso has dejado la pantalla sin ningún icono porque ya ni te hacen falta. Eres un pequeño rey en el entorno de tu ordenador; has llegado a tener una simbiosis metabarónica con el cacharro.
¿Y entonces? La pareja se estanca, todos hemos pasado por eso. La rutina, dicen, como el comienzo del fin. Uno ya busca la discusión, aunque sea por tonterías, por lo menos para salir de la línea.
¿Y si le instalo esto? ¿Y qué pasará si le corro un antivirus? A ver... xterm... apropos... ¿qué? vamos a ver si hay algún programa que tenga mi nombre... «apropos pedrito»
El ordenador obedece como el ciborg de alien 3. No cuestiona, no se resiste. Ni siquiera se bloquea, todo lo más a veces se oscurece la ventana de algún programa que le está dificultando la digestión.
El maldito invento funciona demasiado bien, hasta el punto de aburrir. Es como una aventura gráfica en la que ya te lo sabes todo.
Vayamos a la la parte dolorosa del artículo: windows no tiene ese pecado. En windows siempre hay una gran incertidumbre; cuando se bloquea, uno no tiene maldita idea de qué le pasa. «Es windows», decimos, como la madre que no puede evitar querer más al hijo más débil.
¡Uno casi desea estropear algo en ubuntu! Porque entonces se cacharrea, se visitan los foros, se abren una, dos , siete terminales todas funcionando a la vez a lo mátrix: aquella desinstalando, otro verificando, cinco más para el escaparate, cambios de escritorios con el cubo de compiz... Entonces es cuando uno disfruta de las visitas: viene tu señora o un amiguete que se asoma por detrás de tu hombro. Simulas como que no haces nada, pero escribes incluso con más fruición que antes: ls... sudo apt-get update (aunque ya lo hayas hecho antes)... make... Sí, eres un auténtico as del asunto, posiblemente la policía está buscando a gente como tú, auténticos demonios de la informática.
Pero no hoy. No esta semana ni este mes. Ubuntu simplemente corre con demasiada ventaja, quitándole todo sabor a la competición. Tendrás que dejar las gafas de sol y el chaleco de Neo en el armario, tomando moho.
Ha vuelto Mr. Anderson.