viernes, 7 de diciembre de 2012

La vida de...

Blanco. Negro. Todo lo que podría ser, todo lo que es. La nieve cae en un planeta desierto, las palabras corren como el agua de un deshielo; imaginan ser grandes ríos, imaginan lagos entre montañas, imaginan cayados y piedrecitas cantando, acompañando su caída.
En el agua habrá vida, pero el agua no será la vida, solo cae por una larga pendiente hasta llegar al mar.
Pero no hay mar. Se creía un río, es apenas un hilillo de agua. Se creía un lago, solo es un charco. No hay piedras que canten y la única vida que contiene el elemento es tan pequeña, tan minúscula y tan infecta, que no hay canto para ensalzarla, no hay mar donde caer.

Llegará el sol y todo se acabará. «Acabose». La blanca nieve se fundirá con la tierra marchita y el barro sucio será el condimento de las rocas yermas.

¿Creíste haber abierto la caja de Pandora? Vuelve, nunca debiste salir y te empeñas por quedarte puertas afuera, esperando un amanecer que no llegará. Jamás. Vuelve, no habrá muebles en el cuarto, no habrá ni una chimenea en la que calentarse, pero será tu casa. Una casa de piedra seca y luz marchita, agujeros y un suelo terroso. Hubo un día en el que aquí vivían animales, pacían en las llanuras del exterior y aquí dormían, desfogaban sus necesidades, aquí se preparaban para la muerte.

Vuelve. ¿Qué esperas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario