domingo, 29 de abril de 2007

Troyes

La ciudad fría

En la ciudad fría las gentes huían de las calles y las iglesis enegrecían sus soportales; allí los coches eran fantasmas y las casas de colores no tenían pintura sino el maquillaje trasnochado del cansancio y de la fatiga.

En el día de mercado todas las almas de la ciudad se centraban en la plaza. Las manzanas y las naranjas y los plátanos y los ahuacates verdes rasposos y la ropa encogida y los relojes chatos y la lluvia y el día que se escondía bajo el agua, todo gris y diciendo "mira, mira el invierno"

Una sirena. La habitación del hotel estaba llena de espacio y de tedio. Seguía lloviendo.

En la ciudad fría el agua caía como una rutina húmeda siempre inacabada.

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